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La (Re) Belle gruissanot

Mis abuelos conocieron a Gruissan hace 60 años. Gruissan es mi Magdalena Proust, mi respiración. Este pueblo me da una sed incontrolable de libertad, de descubrimiento. Gruissan Me encanta por su naturaleza virgen, su Torre Barbarroja que domina el Mediterráneo. También me encanta por su historia, sus pescadores, su autenticidad y toda su alma. Por su fuerte acento que escuchamos en cada esquina.

Como una promesa

Como una promesa de vacaciones sin preocupaciones, Gruissan revela su sencillez, despojada de todo lo superfluo; como la vieja playa de las noticias, que es la playa más bonita para mí. Este último es crudo, salvaje y podemos observar avocetas elegantes y sublimes. De hecho, Gruissan es un paraíso para las aves. Si eres un apasionado de la fotografía de aves como yo o simplemente tienes curiosidad, te sorprenderá la cantidad de especies diferentes que anidan aquí. Abejarucos, chorlitos de cuello anillado, cigüeñas, falcinella ibis… aves magníficas que se pueden observar solas o en compañía de la Aude Bird Protection League, de ellas guardo un grato recuerdo. En la playa de las viejas noticias, también hay maderas flotantes, una cosecha que se debe hacer en bicicleta para apreciar aún más este sensible espacio natural. 

El viento

¿Hace mucho viento en Gruissan? Más que en Nancy, ¡es una certeza! Este viento te lleva hacia la tierra, por los caminos de La Clape, hacia la ermita de Auzils completamente abrigada o en las fincas vinícolas para una degustación. ¡Gruissan sin el viento estaba perdiendo su alma, su carácter, su singularidad y sobre todo su sol! El viento moldea las dunas como olas de arena, ¡también ayuda a cosechar sal! No te vuelve loco y por el contrario te permite reconectarte con esta naturaleza confidencial.

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Recomiendo una visita a los chalés sobre pilotes. Cuando voy por el carril bici que lleva a Gruissan-Plage, no puedo evitar cantar “LA Woman” junto a las puertas. El alma de la California de los setenta se cierne aquí. Es cierto que puedo extrañar la objetividad, pero este distrito atípico no te dejará emocionalmente ileso.

En las filas se tejen amistades, crepitan parrillas, resuenan juegos de petanca, una vida a la que estoy íntimamente ligado. Sin olvidar estos chalés que te cuentan, con el acento, su historia, la de las generaciones que se sucedieron en estas terrazas bañadas por el sol y rostros que no se olvidan.

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