Es el momento de los paseos por la arena al amanecer, cuando solo se percibe la resaca de las olas, el Mediterráneo hasta donde alcanza la vista. Desde un baño con los niños desempolvando la playa o un paseo por el agua en barco. La hora del helado de vainilla y fresa al estilo italiano que podrás saborear mientras paseas por los muelles del puerto deportivo. El de los aperitivos con amigos, largas veladas de barbacoa donde rehacemos el mundo pelando suculentos mejillones ravigote, donde el tiempo se alarga.
¿Dónde está la felicidad? Está allí, en Gruissan en el verano, así que no lo dejes ir.